¡Al fin está terminado!
Esta
terraza tan grande ya tiene un árbol perenne que ha llegado para
quedarse y darnos no su sombra ni sus frutos, pero sí su compañía. Como
mosaico que es, refleja la luz según el momento del día y en los
atardeceres la luz juega con él regalándonos preciosos matices.
Como he tardado tanto, le han salido flores y lo alegran un poquillo más.
Le he dado lechada por los bordes, que al ser de cerámica estaban desprotegidos frente al agua y el hielo.
La climatología y lo engorroso del trabajo (que si te pones es mejor
seguir y no andar con interrupciones) han contribuído a tardar más de la
cuenta en terminarlo, pero ya está. Las nubes y el frío ya no me preocupan; el arbolito está preparado: que llueva y hiele lo que sea. Ahora sólo queda pintar la pared que ha quedado
bastante sucia, por la lechada negra que ensucia bastante. Cuando saque tiempo ya lo haré, que ahora
tengo otras prioridades. Un montón de proyectos de mosaicos se me amontonan....¿por qué cunde tan poco el tiempo?
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