sábado, 15 de octubre de 2011

Río de la Vida en mosaico


"Río de la Vida", junio 2011
"Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir (...)"

Así decía Jorge Manrique en sus "Coplas a la Muerte de su Padre".

Este Río de la Vida del que yo hablo es un un canto a la vida, a aprovechar cada momento porque la vida, como el agua del río, está en constante movimiento. El momento que pasa ya no vuelve y hay que aprovecharlo para hacer todo aquello que nos haga sentir vivos, plenos. Cada tesela semeja experiencias, momentos, etapas... y ninguna es igual a las demás, porque cada una de ellas está cortada a mano. El río desemboca en el mar, la muerte. El mar, otra experiencia del agua al fundirse con los otros ríos, con otros caudales. Otra dimensión. Pero eso ya es otro capítulo. A mí lo que me interesa es el momento presente, el momento río que fluye, que discurre desde el manantial y el arroyo hasta caudales mayores. A su paso va trazando un camino entre las arenas, en la tierra. Esa es nuestra vida. Algo maravilloso que hay que experimentar plenamente conscientes de nuestro discurrir por el mundo.

Bueno, parece que tiene una carga bastante filosófica. Pero me gusta recordarlo de vez en cuando, para espabilarme un poco y reaccionar.

 En este mosaico he utilizado varios tipos de materiales: esmalte italiano, espejo, vidrio tiffanys, teselas vítreas, vidrios de colores, arenas de tierras sorianas y de la playa de Calpe y pigmentos. Estos últimos han sido muy interesantes. Especialmente los pigmentos, que me regaló mi amiga Pilar y son una maravilla. Parecen piedras con varias tonalidades, (que ella coge de vetas que hay en los montes de su pueblo) pero al  rallarlos (con un simple rallador para queso) se deshacen, dejando un polvito del tono que tenga por ese lado. Esta piedra tenía tonos que iban desde el blanco al amarillito pálido, pasando por el rosa suave... Todo depende de los minerales que lleve. Me han encantado. Son algo muy vivo. 


Este es un mosaico trasnochado, hecho de momentos robados, pequeños encuentros que me daban gran alegría y gran frustración por ser constantemente interrumpidos...pero así son estas cosas cuando se está criando a un bebezuelo. Un bebé que crece rápido, muy rápido. Que más vale que disfrute a cada momento, mejor o peor, porque ese bebé tampoco vuelve. Cada día que pasa se convierte en un niñito más grande que sabe más cosas...¡uy! parece que hoy tenemos el filosofar subido, así que, mejor lo dejo.